El adn de la Historia: Te contamos a qué huele México

Los olores pueden servirnos de referencia para saber en qué lugar nos encontramos, por ejemplo, si estamos cerca de la playa, también nos indican qué comida se está haciendo cerca, si un lugar se ha limpiado recientemente o si alguien querido ha venido a visitarnos, incluso antes de verlo o escuchar su voz; esto se debe a que los olores están estrechamente vinculados a la memoria. Los olores –los buenos y los malos– fueron una constante de la vida en los calurosos entornos de la antigua américa central.

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La historia de México no solo se escribe, también se olfatea, uno de los olores que ha pervivido desde la época prehispánica en México es el del sahumerio de copal, quemar resina de copal se hacía en muchos contextos, casi todo el día o en rituales muy específicos, los humos resultantes de esta combustión eran fundamentales, hoy en día es un incienso y ahí lo que vemos es la re significación de los olores.

En comunidades mayas que habitaron la selva en el periodo clásico donde no se podía experimentar con los ojos por el tamaño de su densidad vegetal, el olfato se volvió un sentido importante porque para encontrar una comunidad se tenía que olfatear.

En los siglos XIXZ y XX, nos damos cuenta que el olor estaba presente en los discursos en torno a la higiene, son referencias que buscan civilizar.

Un claro ejemplo era la implementación de la regadera, de las duchas individuales en las casas, eso se acompañó de todo un discurso sobre los olores corporales con campañas de publicidad a mediados del siglo XX.

Estos y muchos olores están relacionados con el adn de nuestra historia, a muchos de ellos nos hemos acostumbrado a lo largo del tiempo, y otros tantos olores que ya no coexisten con nosotros pero quedan en los registros de la historia.

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