“Dama de la Langostas” una pescadora de 100 años, y sigue trabajando

Virginia, es la mujer pescadora con más de 100 años y sigue trabajando en el mar para buscar langostas para el consumo humano.

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Escrito por: Redacción adn40
langostas pescadora
Pexels

Mientras millones de personas que al alcanzar una edad que los cataloga como adultos mayores buscan retirarse y olvidarse de trabajar, existen algunos casos en los que esa actividad que han realizado por tanto tiempo es imposible de soltar, incluso si se tienen más de 100 años, como el caso de Virginia Oliver, la pescadora de langostas más longeva no sólo de Estados Unidos, sino del mundo.

De acuerdo a historiadores locales, Virginia cuenta con la licencia más antigua del estado de Maine para poder pescar las langostas, actividad que ha desempeñado prácticamente toda su vida, ya que lo empezó a hacer cuando apenas tenía siete años cumplidos.

Ni sus 101 años de edad detienen a Ginny, como la llaman sus seres queridos, de seguir llevando su rutina semana a semana en el poblado de Rockland: Asistida por su hijo Max, de 78 años de edad, sube tres días a su bote, nombrado por su difunto esposo como “Virginia” en honor a ella, para llevar a cabo el trabajo de toda una vida, mismo que no piensa cambiar hasta sus últimos días.

“Voy a hacer (esto) hasta que muera”, dijo de forma tajante Oliver en entrevista con AFP. “La gente me dice '¿Por qué lo haces?’. (Les respondo que) porque quiero. Soy lo suficientemente mayor para ser mi propio jefe”.

Con más de 100 años, esta es la rutina de “La Dama de la Langosta”

La agenda de la pescadora Virginia Oliver no sólo sería difícil de llevar para una persona de 101 años, sino para cualquiera. Suele despertarse a las 3:30 am cada día para alistarse y poder salir hacia el mar a las 5:00 horas, siempre acompañada por Max.

Madre e hijo toman camino hasta que arriban a una zona privada de la bahía, donde abordan su pequeño bote que los llevará a un barco de langostas que está amarrado en otro espacio a la espera de los pescadores.

Las trampas que “La Dama de la Langosta”, famoso sobrenombre de la pescadora, y Max colocan en el agua son cientos, por lo que después les toca sacar todas en conjunto. Su hijo se encarga de arrastrarlas con un cabrestante, mientras que la centenaria pescadora mide, amarra y pone las langostas en bodega, una labor nada sencilla.

Por supuesto que Virginia y su familiar portan el equipo necesario: botas de agua, impermeable y guantes de goma, con los que ella se ubica encima del tanque de almacenamiento para poder tomar y revisar a cada una de las langostas que su hijo le pasa.

Esa inspección resulta clave para una labor tan artesanal, ya que se debe comprobar que el tamaño de cada langosta corresponde al mínimo permitido. Una vez segura de ello, aprisiona las pinzas de los crustáceos con bandas de goma.

Una vez que bajan del bote, la pescadora Virginia y Max llevan su cargamento de langostas a la cooperativa Spruce Head Lobster Pound Co-Op, donde los apoyan para conseguir un mejor precio al mayoreo.

Centenaria pescadora de langostas y capitana de su barco


“Ella nunca para, siempre ha sido así. Siempre en movimiento, ocupada. A veces me cansa solo de pensar en eso”, asegura Max, agregando que en ocasiones Ginny aún toma el timón para capitanear el bote, excepto cuando hay niebla, el único motivo, por seguridad debido a la edad de ambos, que puede detener a madre e hijo de llevar a cabo su labor.

Pero además de esa razón de peso, no hay nada que evite que la pescadora Virginia Oliver, con más de 101 años de edad, interrumpa su oficio, y la idea del retiro simplemente no pasa por su cabeza. Incluso, ella misma asegura de forma tajante: “No quiero estar en una silla de ruedas”.

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