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Chile vota con castigo: cuando la derecha avanza por el fracaso de la izquierda

Ana Vanessa Cárdenas sostiene que el giro a la derecha en Chile no responde a un entusiasmo ideológico, sino al castigo del electorado frente al desgaste del gobierno de Gabriel Boric y una agenda dominada por la urgencia.

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El fracaso de la izquierda en Chile y el triunfo de la derecho|Reuters

En su columna Chile: cuando votar es una reacción, publicada en El Universal, la internacionalista Ana Vanessa Cárdenas Zanatta analiza el resultado de la segunda vuelta presidencial chilena como un síntoma claro de un fenómeno regional: elecciones definidas menos por la esperanza y más por el hartazgo social.

El triunfo de José Antonio Kast , desde la ultraderecha, sobre Jeannette Jara, representante de la izquierda más dura, no reflejó un entusiasmo masivo por un nuevo proyecto político, sino una decisión defensiva de amplios sectores del electorado. Más que adhesión, hubo rechazo. Más que ilusión, urgencia.

Cárdenas explica que este escenario no es exclusivo de Chile. En América Latina, las urnas se han convertido en mecanismos de castigo a los gobiernos en turno, particularmente a una izquierda que llegó con expectativas altas pero que no logró responder a problemas persistentes como la inseguridad, el deterioro económico, la migración desordenada y la percepción de caos institucional.

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El caso chileno resulta especialmente significativo porque durante años fue considerado un ejemplo de moderación política. Sin embargo, el rechazo ciudadano a dos proyectos constitucionales extremos no derivó en consensos duraderos, sino en frustración. En ese vacío, el debate público se desplazó hacia la exigencia de orden, control y castigo, terreno fértil para discursos de mano dura.

La autora señala que Kast supo capitalizar ese desgaste, reforzado además por respaldos simbólicos de figuras como Donald Trump, Javier Milei y Giorgia Meloni, mientras que Jara no logró desprenderse de una identidad ideológica rígida que limitó su capacidad de ampliar su base electoral.

El miedo —advierte Cárdenas— ha terminado por ordenar la agenda política, desplazando discusiones de largo plazo sobre desarrollo, cohesión social e instituciones.

Chile no giró a la derecha por convicción, sino por cansancio. Cuando gobernar decepciona y la inseguridad domina, el voto deja de ser una apuesta de futuro y se convierte en una reacción inmediata. Y cuando la política se decide desde la urgencia, las sociedades no eligen lo mejor: eligen lo que creen que puede poner orden, aunque el costo llegue después.

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