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Sorry Baby: Eva Victor y la vulnerabilidad como brújula creativa

Te traemos una reseña, crítica y conversación exclusiva con la directora-protagonista de Sorry Baby un filme imperdible.

Entrevista a la directora y actriz de Sorry Baby
Platicamos con la directora y actriz de Sorry Baby|A24

En Sorry Baby, Eva Victor firma una de las debuts más singulares del año: una película que mezcla humor, ansiedad emocional y autorrepresentación para explorar cómo nos construimos —y nos destruimos— a través de la mirada propia y ajena a través de
una comedia oscura, pero crítica.. Algo muy de su estudio: A24.

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Sorry, Baby es una comedia dramática sobre una joven profesora de literatura, Agnes, que intenta recuperarse después de una agresión sexual. La película explora su proceso de sanación a través de pequeños gestos de amistad y apoyo, así como su lucha por volver a conectar con la vida cotidiana y superar las secuelas del trauma.

Aunque la historia transita por terrenos íntimos, Sorry Baby evita el ensimismamiento. Su tono —entre la confesión incómoda y la risa nerviosa— recuerda a lo mejor de la comedia personal contemporánea, con ecos de Bo Burnham o Emma Seligman, pero con una voz propia: más cruda, más frontal, menos ornamentada.

“Actuar y dirigir fue como pensar con dos mentes”: Eva Victor sobre el doble rol

Durante la conversación, Víctor reconoce que habitar simultáneamente el lugar de directora y actriz fue un reto tan desgastante como iluminador. “Tenía que verlo todo; eso duplicaba el tiempo. Pero también me volvió más eficiente”, explica. Al filmarse a sí misma la mayor parte del tiempo, el proceso se volvió íntimo, directo. “No había traducción entre lo que sentía y lo que hacía.”

Aun así, subraya que nada habría sido posible sin el elenco. “Tuve actores increíbles. No podría haberlo hecho sin su entrega”, dice. Para ella, ese entendimiento creó un espacio de confianza poco común: una especie de pacto en el que todos aceptaron que ella estaría dividida entre la actuación y la dirección, entre el presente emocional y la estructura narrativa.

Víctor también habla del salto al vacío que implica exponerse desde tantos ángulos.

“Es como saltar juntas al fondo. Actuar es vulnerable, pero hacer la película lo fue de una forma completamente distinta”, admite.

Lo que no anticipaba era que la experiencia sería tan reveladora: Sorry Baby terminó siendo una exploración emocional no solo para la audiencia, sino también para ella misma.

Una película que nace de una urgencia interior. La cineasta describe la creación del filme como un impulso casi físico. “Tenía cosas que necesitaba sacar. Eso fue lo que me llevó a actuar y a dirigir. Quizá no sé todo sobre el cine, pero sé cómo contar esta historia”, afirma. En ese sentido, la película funciona como una autoindagación que se expande hacia lo universal: todos, de algún modo, performamos para sobrevivir, para pertenecer, para protegernos.

Esa necesidad también guió el tono del filme, donde el humor opera como un territorio de comunidad y descanso emocional. “Sentía que había espacio para el gozo, incluso dentro de lo doloroso”, comenta. Sin embargo, lograr ese balance no fue sencillo.

Cada día implicaba calibrar el ritmo, el tono, la energía emocional. “No había un momento de ‘ya está’. Todos los días era pulir, volver a mirar, romper ciclos”, recuerda.

Crítica: un debut que combina sensibilidad, riesgo y honestidad

Sorry Baby funciona porque nunca sacrifica emoción por estilo. Su narrativa puede sentirse fragmentada —a veces deliberadamente incómoda— pero esa fisura es parte del diseño: el caos interno convertido en lenguaje cinematográfico. La película encuentra su corazón en una vulnerabilidad que rara vez se muestra con tanta honestidad, sin trucos ni grandilocuencias.

El mayor acierto de Victor es entender que la forma en la que nos contamos a nosotros mismos es tan performativa como la actuación, y que ahí, en ese choque entre verdad y máscara, se revela algo profundamente humano. Sorry Baby no busca respuestas; más bien, acompaña al espectador a través de un túnel emocional donde la risa y la incomodidad coexisten. Un debut imperfecto, sí, pero lleno de vida, riesgo y una voz autoral que vale la pena seguir.

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