Las alarmas se han encendido sobre el futuro de la selva amazónica , pues un reciente estudio proyectó que hasta la mitad de este vital ecosistema podría enfrentar un cambio drástico hacia un punto de inflexión crítico para el año 2050 debido al estrés hídrico, el desbroce de tierras y las alteraciones climáticas. Este análisis, descrito como el más exhaustivo hasta la fecha, subraya la urgente necesidad de medidas correctivas para evitar un deterioro irreparable.
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Bernardo Flores, de la Universidad Federal de Santa Catarina en Brasil y autor principal del estudio, expresó su asombro ante los resultados que sugieren una transición más rápida de lo anticipado hacia la degradación forestal. “Para 2050, se acelerará rápidamente. Tenemos que reaccionar ya. Una vez que pasemos el punto de inflexión, perderemos el control de cómo se comportará el sistema”, advirtió Flores.
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El documento publicado en la revista Nature destaca que la Amazonas ya superó un umbral de seguridad debido a la combinación de actividad humana local y la crisis climática global. Se estima que, en la actualidad, un 15% de la Amazonia ha sido talada, y otro 17% se ha visto degradado por actividades como la tala, los incendios y la extracción bajo cubierta vegetal. Además, un 38% del bioma podría estar debilitándose a causa de las prolongadas sequías de la última década.
Los investigadores identificaron umbrales críticos en el estudio que, de cruzarse, podrían desencadenar el colapso forestal a nivel local, regional, o incluso a través de todo el bioma. Se calcula que para 2050, entre el 10% y el 47% de los bosques amazónicos estarán expuestos a perturbaciones agravadas que podrían precipitar transiciones abruptas en todo el ecosistema, exacerbando el cambio climático regional.
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Para mitigar estos riesgos, el estudio concluye que es imperativo mantener la deforestación dentro de un 10% de la región amazónica y limitar el calentamiento global a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales. Sin embargo, el desafío es monumental, ya que el daño simplemente ya comenzó.
El análisis profundiza en cómo las variaciones en el régimen de lluvias y el aumento de temperaturas están alterando el funcionamiento del bosque. Desde principios de la década de 1980, ciertas áreas de la selva amazónica se han vuelto más secas, mientras que otras experimentan un incremento en la humedad. Estos cambios ponen en riesgo la biodiversidad, el almacenamiento de CO2 y el suministro de humedad esencial para Sudamérica.
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El estudio también critica los modelos climáticos actuales por no capturar completamente cómo las distintas formas de perturbación se agravan entre sí, ni considerar los efectos variados en los distintos tipos de bosques. La construcción de nuevas carreteras y la minería ilegal, junto con la degradación forestal, son factores que contribuyen a la vulnerabilidad de la Amazonia.
Bernardo Flores instó a una acción preventiva y coordinada a nivel global para alcanzar emisiones netas cero y deforestación neta cero lo antes posible. “Si perdemos el Amazonas, sería problemático para la humanidad”, concluyó y subrayó la importancia crítica de este momento para la supervivencia del pulmón verde del planeta y, por extensión, para el bienestar global.
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