Palo Alto, una cooperativa mexicana que se resiste a la modernización
Desde hace más de una década, los habitantes de Palo Alto han resistido la presión de grandes inmobiliarias que buscan hacerse con el terreno donde viven.
Palo Alto, un “pueblo” en medio de la urbe con poco más de dos mil habitantes, se resiste desde hace más de 10 años a la presión de las grandes inmobiliarias que pretenden posesionar sus tierras.
Se trata de una extensión de más de 42 mil metros cuadrados, ubicada en Bosques de las Lomas, en la delegación Cuajimalpa; que en los años 30 eran minas de arena en las que trabajaron 220 personas y sus familias.
Los miembros de la cooperativa viven literalmente a la sombra de varios edificios, principalmente del llamado “Pantalón”. La modernidad arquitectónica contrasta con las pequeñas casas de colores, una plaza y una iglesia.
Origen
De acuerdo a un artículo del The New York Times, todo comenzó con migrantes rurales que convergieron en las afueras de la ciudad en la década de los treinta en búsqueda de trabajo, ganando apenas lo suficiente para evitar el hambre, y cuya lucha por una vivienda evolucionó en los años 60 y 70.
El dueño del predio, vio la oportunidad de una ganancia adicional y empezó a cobrar un alquiler mensualmente, sin embargo con la llegada de la “modernización”, el propietario mexicano cerró las minas y decidió vender.
Más no pensó en los trabajadores que habían vivido ahí por 35 años. Fueron en su mayoría mujeres (esposas o viudas de los mineros) las que se negaron a abandonar sus hogares y emprendieron la lucha por Palo Alto.
“No obstante, años de peleas han dejado cicatrices. La comunidad está en un limbo legal y sus fundadores están envejeciendo. Algunas casas están abandonadas y derrumbándose, y lotes baldíos que han sido reservados para construir nuevas viviendas para familias jóvenes están llenas de escombros”, refirió el escrito.
“Palo Alto es un caso emblemático de la lucha para el derecho a la ciudad”, dijo Enrique Ortiz, el arquitecto quien encabezó el diseño de la comunidad. Agregó: “Es un derecho de todos, no solo de los que pueden pagarlo”.
fcj