Juana de Arco nació en 1412 en Domrémy, Francia. Fue una joven campesina que aseguró tener visiones divinas que la guiaron a apoyar al príncipe Carlos VII en la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra. Gracias a su fe y valentía, lideró tropas francesas y logró una importante victoria en Orleans en 1429, lo que permitió la coronación de Carlos como rey de Francia.
Aunque sin experiencia militar ni educación, Juana se convirtió en símbolo de esperanza y unidad. Sin embargo, fue capturada, juzgada por herejía y condenada a morir en la hoguera a los 19 años. Años después, fue declarada inocente y en 1920 fue canonizada como santa.
Entre lo bueno destacan su liderazgo, patriotismo y devoción religiosa. Entre lo negativo, su injusto juicio y muerte, manipulados por intereses políticos.
Juana de Arco fue una figura extraordinaria que demostró cómo la fe, el coraje y la determinación pueden cambiar la historia. Su vida es recordada no solo por sus logros militares, sino por su firmeza espiritual y por ser una mujer que rompió barreras en una época dominada por hombres. Hoy es un símbolo de fuerza, justicia y lucha por lo que uno cree.