Transporte de carga: inseguridad en carretera y señales de alerta para la inversión
La incertidumbre crece para el sector del transporte de carga en México. A mitad de 2025, la inversión privada sigue estancada, afectada por factores internos como las señales autoritarias tras la elección de jueces y la inseguridad persistente en las carreteras.
El sector del transporte de carga en México enfrenta un panorama cada vez más complejo y preocupante en la primera mitad de 2025. La inversión privada, que debería ser un motor clave para el crecimiento económico y la modernización logística, permanece prácticamente estancada. Este estancamiento no es casualidad ni producto de un solo factor, sino el resultado de una combinación de elementos que generan incertidumbre y desconfianza entre los inversionistas nacionales e internacionales. Por un lado, las señales autoritarias derivadas de la reciente elección de jueces han provocado inquietud respecto a la estabilidad y transparencia del sistema judicial, un pilar fundamental para cualquier actividad económica. Por otro lado, la inseguridad en las carreteras mexicanas se mantiene como una amenaza latente y palpable para las empresas dedicadas al transporte de carga, que sufren robos violentos y actos delictivos que ponen en riesgo tanto a los conductores como a las mercancías.
En particular, los tramos carreteros con alta incidencia de delitos se han convertido en puntos críticos que obligan a las compañías a redoblar esfuerzos y costos para proteger sus operaciones. La inversión en tecnología de rastreo satelital, capacitación especializada para los operadores y una estrecha coordinación con las autoridades de seguridad son medidas indispensables, aunque insuficientes, para hacer frente a este desafío. Además, en el ámbito internacional, el proteccionismo promovido por Donald Trump y las tensiones comerciales que ello genera reconfiguran el entorno en el que México debe competir y consolidar su papel como nodo logístico global.
Este contexto plantea una disyuntiva crítica para el país: ¿será capaz de implementar políticas y estrategias efectivas que garanticen condiciones seguras para el transporte de mercancías y, con ello, restaurar la confianza del capital privado? O, por el contrario, ¿seguirán acumulándose señales de alerta que podrían derivar en una pérdida aún mayor de inversiones y un debilitamiento del sector, con consecuencias negativas para la economía nacional? La respuesta a esta pregunta marcará el rumbo del transporte de carga en México y su capacidad para integrarse a las cadenas globales de valor en los próximos años.