Leonardo Curzio: la evasión política ante el asesinato de Carlos Manzo

La reacción inicial de la Comandante Suprema ante el asesinato de un alcalde con protección federal y la imparable extorsión en Michoacán fue el desasosiego.

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Publicado por: Leonardo Curzio

La película Una Casa Llena de Dinamita (título parafraseado), que ilustra cómo la carga de emociones y la ira afectan la cadena de toma de decisiones ante una amenaza, sirve de espejo para entender la reacción del gobierno mexicano ante la crisis.

El reciente asesinato del alcalde Carlos Manzo en Uruapan, Michoacán, a pesar de que gozaba de custodia federal y había anunciado que “iban por él”, expuso al máximo mando en un estado de “desasosiego” y frustración. La respuesta inmediata de la presidenta fue la evasión.

En lugar de abordar la imparable extorsión en Michoacán o la inefectividad de los operativos federales de más de veinte años, el discurso se centró en “escapar de la realidad”, atacando a Felipe Calderón, los “comentócratas”, los concesionarios y las redes sociales.

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La reacción del mando

El asesinato de Carlos Manzo puso en evidencia un fracaso directo de la estrategia de seguridad federal. La frustración de la presidenta se hizo tangible al verse confrontada con una realidad ineludible: la extorsión en Michoacán no para, y los operativos desplegados durante décadas han sido ineficaces.

La reacción del mando supremo, según el análisis, fue de no reconocer la gravedad del asunto y de intentar evadir una situación tan compleja. El discurso se desvió por completo, buscando culpables externos en el pasado ( Felipe Calderón ) y en el presente (comentócratas y concesionarios), lo que revela un patrón: cuando las emociones, especialmente el enojo, dominan la cúpula, se afecta toda la cadena de decisión. Los esfuerzos del gobierno, en lugar de centrarse en una solución de fondo, se dirigen a encontrar rutas políticas y narrativas para diluir la crisis.

Plan Michoacán

Afortunadamente, el desasosiego fue temporal. Hoy, el gobierno ha intentado recuperar terreno y ha respondido a la crisis con el anuncio de un “Plan Michoacán”. Este movimiento tardío busca restablecer la imagen de control y autoridad, intentando revertir la percepción de que la “Comandante Suprema” no estaba abordando la realidad.

Sin embargo, el episodio deja una lección crucial, inspirada en la analogía cinematográfica: la calidad de la toma de decisiones de un país, especialmente en temas de seguridad y crisis, está íntimamente ligada a la capacidad del máximo mando de mantener la cabeza fría. La incapacidad de reconocer la gravedad de la crisis y el escape hacia la diatriba política son componentes que inyectan más incertidumbre y socavan la confianza en la capacidad del Estado para garantizar la seguridad.

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