Leonardo Curzio: la falsa austeridad y la deuda con la ciudadanía

Un demoledor recorte del 40% al presupuesto de obras hidráulicas y drenaje en la capital es la causa detrás de las recientes y severas inundaciones.

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Publicado por: Leonardo Curzio

El refrán “de aquellos polvos, estos lodos” cobra un sentido literal en la CDMX. Las recientes inundaciones de aguas negras no son un accidente climático, sino la consecuencia directa de una política de austeridad mal entendida que ha desmantelado la infraestructura esencial. La prioridad del gasto público no está en el bienestar ciudadano, sino en la promoción política, lo que configura un verdadero “austericidio”.

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Recorte fatal a la infraestructura hídrica de CDMX

Un reciente reportaje del periódico Reforma ha puesto al descubierto una correlación alarmante: la reducción del 40% en el presupuesto destinado a las obras hidráulicas y el drenaje de la CDMX. Este drástico tijeretazo ha dejado a la administración pública en “los huesos”, una práctica que en el debate internacional se conoce como “austericimiento”.

El impacto de esta decisión es tangible y trágico. Miles de compatriotas han sufrido los efectos directos, viendo sus hogares afectados por inundaciones de aguas negras. Al descuidar el sistema de drenaje, un pilar de la salud y la seguridad urbana, el gobierno condena a la población a una situación de precariedad innecesaria.

La distorsión de las prioridades

El problema no es la falta de recursos, sino la mala asignación de estos. La democracia se sostiene en un equilibrio: los ciudadanos contribuyen con sus impuestos y, a cambio, tienen el derecho de exigir que esos recursos se gasten en el mantenimiento de la ciudad y en garantizar condiciones de vida normales.

Sin embargo, gran parte del dinero público se está destinando a otros fines: la promoción y el financiamiento de los partidos políticos, que ya cuentan con asignaciones directas, sumando desviaciones y excesos. Esta distorsión en las prioridades genera una situación de enorme precariedad que la ciudadanía, que sí cumple con su obligación fiscal, no merece. Es urgente exigir al gobierno que cambie el enfoque: primero la infraestructura esencial y el bienestar, luego el gasto político.

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