¿Los olores son una ilusión? Esto dice al respecto la ciencia
Los olores y el olfato en general son mucho más complejos de lo que se cree. Así es como la ciencia explica uno de los sentidos más importantes para el ser humano.
Los olores son una parte fundamental de nuestra vida. Nos permiten percibir el mundo que nos rodea, nos evocan recuerdos, nos influyen en el estado de ánimo e inclusive nos ayudan a elegir lo que comemos. Pero, el verdadero significado de los olores , su procesamiento y percepción a nivel cerebral podría ser mucho más complejo.
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El aroma, un gran negocio
En la actualidad, el aroma es una industria multimillonaria que abarca desde la perfumería hasta la alimentación, pasando por la cosmética, la medicina o el marketing. Se estima que el mercado global de fragancias alcanzó un valor promedio 45.9 mil millones de dólares en 2022, según datos de EMR . Los fabricantes de aromas buscan constantemente nuevas formas de captar la atención y el gusto de los consumidores, utilizando técnicas cada vez más sofisticadas y personalizadas.
Sin embargo, crear un aroma no es una tarea sencilla. Requiere de un profundo conocimiento de la química, la biología y la psicología de los olores. Además, hay que tener en cuenta que los olores no son universales, sino que dependen de factores culturales, sociales e individuales. Lo que para unos puede resultar agradable, para otros puede ser repulsivo o indiferente.
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La ilusión del olfato
¿Es posible engañar a nuestro sentido del olfato? ¿Podemos hacer que alguien perciba un olor que no existe o que cambie su opinión sobre él? La respuesta es sí, pero no es fácil. El sistema olfativo es uno de los más complejos y misteriosos del cuerpo humano. A diferencia de otros sentidos, como la vista o el oído, el olfato no tiene una representación clara y precisa del mundo exterior. Los olores son interpretados por nuestro cerebro a partir de señales químicas que llegan a nuestra nariz, pero también de otros estímulos sensoriales, emocionales y cognitivos.
Según Venkatesh Murthy, profesor de Ciencias de la Vida Raymond Leo Erikson de la Universidad de Harvard y presidente de su Departamento de Biología Molecular y Celular en The Harvard Gazette , la neurociencia ha avanzado mucho en los últimos años en el estudio del olfato y su relación con la memoria. Murthy explica que los olores son manejados por el bulbo olfatorio, la estructura en la parte frontal del cerebro que envía información a otras áreas del comando central del cuerpo para su posterior procesamiento. Así, cuando entran por nuestra nariz toman una ruta directa al sistema límbico cerebral, es decir, pasan por la amígdala y el hipocampo, dos regiones relacionadas con las emociones y la memoria respectivamente. Es un viaje que apenas dura milésimas de segundo, quizás menos aún, pero que marcan nuestra existencia.
Esta conexión entre el olfato y la memoria explica por qué algunos olores nos traen recuerdos vívidos e intensos, a veces incluso inconscientes. Por ejemplo, el olor a pan recién horneado puede recordarnos a nuestra infancia, el olor a café puede activarnos por la mañana o el olor a flores puede relajarnos. Estas asociaciones se forman desde muy temprano en nuestra vida y se refuerzan con el tiempo y la repetición.
Pero el olfato no solo se basa en la memoria. También se ve afectado por otros sentidos, como el gusto. Según Murthy, “cuando masticas, las moléculas de los alimentos regresan por vía retronasal al epitelio nasal”, lo que significa que, esencialmente, “todo lo que consideras sabor es olor”. Cuando comes todos los sabores hermosos y complicados... todos son olores”, sostiene Murthy, quien estudió las bases neuronales y algorítmicas de los comportamientos guiados por los olores en animales terrestres.
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Así pues, el olfato es un sentido muy dinámico y adaptable, que se modifica con el aprendizaje, la experiencia y el contexto. Esto abre la posibilidad de crear ilusiones olfativas, es decir, de inducir percepciones falsas o alteradas de los olores. Por ejemplo, se puede hacer que una persona crea que está oliendo una rosa cuando en realidad está oliendo una mezcla de otros componentes químicos, o que cambie su preferencia por un olor al asociarlo con una recompensa o un castigo.
Estas técnicas se pueden aplicar con fines comerciales, educativos o terapéuticos. Por ejemplo, se puede usar el aroma para mejorar el ambiente de un lugar, para estimular el apetito o el consumo, para facilitar el aprendizaje o la concentración, o para tratar trastornos como la depresión, la ansiedad o el estrés postraumático.
Los olores, una huella personal
A pesar de que los olores se pueden manipular o crear artificialmente, hay algo que los hace únicos e irrepetibles: nuestra huella olfativa. Cada persona tiene un olor propio, determinado por su genética, su dieta, su salud, su higiene y su entorno. Este olor nos identifica y nos diferencia de los demás, y puede influir en nuestras relaciones sociales y afectivas.
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De hecho, se ha demostrado que somos capaces de reconocer el olor de nuestros familiares, amigos o parejas, y que este puede generar atracción o rechazo. También se ha comprobado que las mujeres embarazadas pueden transmitir su olor a sus hijos antes de nacer, y que estos pueden distinguirlo desde el primer día de vida.
El olfato es, por tanto, un sentido fascinante y poderoso, que nos conecta con el mundo y con nosotros mismos. Aunque a veces lo subestimemos o lo ignoremos, los olores son una parte esencial de nuestra existencia y de nuestra identidad.
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