T-MEC 2025: Un Escenario de Tensiones, Incertidumbre y Choques Políticos por Resolver
Las consultas de la USTR dejaron claro que el próximo año no veremos una simple revisión del T-MEC, sino una negociación compleja marcada por reclamos, incumplimientos y políticas que han tensado la relación con Estados Unidos y Canadá.
Las consultas emprendidas por la USTR durante los últimos meses han dejado entrever un escenario inquietante para México. La recopilación de necesidades, reclamos y preocupaciones de distintos sectores empresariales y gubernamentales de Estados Unidos y Canadá ya delineó el terreno sobre el que se librará la negociación del T-MEC el próximo año. Y ese terreno no es llano: es pedregoso, accidentado y con señales de alerta colocadas por prácticamente todas las industrias involucradas.
Lejos de perfilarse una revisión técnica o una puesta al día del acuerdo, lo que se aproxima es un proceso áspero, cargado de cuestionamientos hacia México. Desde el sector energético hasta el ámbito regulatorio y judicial, los socios comerciales ven en las políticas implementadas por la 4T una serie de desviaciones respecto a lo pactado. La intervención estatal, los cambios abruptos en reglas del juego y la incertidumbre jurídica han deteriorado el ambiente para la inversión y han encendido alarmas que ya figuran en los expedientes que Washington y Ottawa llevarán a la mesa.
La energía es, quizá, el capítulo más delicado: decisiones que han priorizado a las empresas del Estado y desplazado a competidores privados han generado fricciones profundas. Pero no es el único frente: la reforma judicial, la modificación a la ley de amparo y otros ajustes institucionales han aumentado la percepción de riesgo entre inversionistas que, ante la opacidad del panorama, prefieren esperar antes que apostar.
Por eso la inversión se mantiene contraída, en suspenso, a la espera de señales que no llegan. Y esa cautela se intensificará conforme se acerque la revisión del tratado. Porque nadie tiene claro qué rumbo querrá imponer Donald Trump —un actor impredecible, con una postura especialmente crítica ante los incumplimientos que atribuye a México— y porque muchos empresarios estadounidenses presionarán para que el nuevo acuerdo refleje consecuencias más severas frente a desviaciones futuras.
Así, México entra a esta negociación sin certeza, con frentes abiertos en múltiples sectores y con un clima interno que no favorece ni la confianza ni la lectura optimista. Lo único claro, por ahora, es que nada está escrito y que el 2025 podría redefinir no solo el T-MEC, sino el mapa completo de la relación comercial en Norteamérica.