Panorama económico, T-MEC y energía enorme desafío

Un año cuesta arriba para las empresas: la renegociación del T-MEC en un entorno proteccionista, la contracción de la inversión pública y los cuellos de botella en energía con PEMEX y CFE limitados, dibujan un panorama económico incierto y con crecimiento restringido.

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Publicado por: Redacción adn Noticias

El panorama económico de México enfrenta un conjunto de desafíos que, aunque no son nuevos, se han intensificado en un contexto global y nacional particularmente complejo. Por un lado, la renegociación del T-MEC con Estados Unidos ocurre en un escenario marcado por un proteccionismo creciente y por reglas de juego cada vez más estrictas que ponen en jaque la competitividad de sectores clave. Este proceso, que debería ser una oportunidad para fortalecer cadenas productivas y asegurar certidumbre jurídica, se ha convertido también en un foco de incertidumbre para empresas que temen perder mercado o enfrentar costos adicionales derivados de nuevas condiciones comerciales.

Al mismo tiempo, en el frente interno, la política económica nacional muestra claroscuros: mientras se insiste en una visión de fortalecimiento estatal con dos gigantes como PEMEX y CFE al centro de la estrategia energética, la realidad es que ambas empresas presentan limitaciones financieras, estructurales y operativas que han impedido detonar las inversiones necesarias para modernizar la infraestructura energética. La consecuencia inmediata es que el sector energía, en lugar de convertirse en un motor de crecimiento, funciona como un cuello de botella que desalienta proyectos de gran escala y retrasa la llegada de capital privado.

En materia de inversión pública, el retraimiento ha sido evidente. Las finanzas públicas limitadas han frenado obras de infraestructura más allá de los proyectos prioritarios del gobierno federal, lo que deja a regiones enteras sin el impulso que suele generar la obra pública. El resultado es que la economía nacional depende en mayor medida de la inversión privada, pero ésta tampoco fluye con la fuerza que se requiere debido a la falta de certidumbre jurídica y a políticas públicas controvertidas que han generado dudas sobre el respeto a las reglas de mercado y al marco regulatorio.

El sector empresarial, particularmente en áreas vinculadas a exportaciones, manufactura y energía, ha tenido que enfrentar no solo los cambios normativos y la falta de apoyos internos, sino también una coyuntura internacional marcada por tensiones geopolíticas, encarecimiento de insumos y mayor competencia global. Así, las compañías operan en un equilibrio precario, con márgenes estrechos y la necesidad de redefinir estrategias de producción y expansión.

A todo ello se suma la urgencia de avanzar hacia una transición energética que no se puede postergar. La demanda mundial por energías limpias y sostenibles choca con la realidad de un país que sigue dependiendo fuertemente de los hidrocarburos y cuya infraestructura eléctrica presenta rezagos significativos. Se requieren inversiones millonarias para diversificar las fuentes de energía, modernizar la red y generar confianza a inversionistas internacionales, pero la falta de claridad en las reglas y la prioridad otorgada a empresas estatales mantienen congeladas muchas decisiones de inversión.

El saldo de esta combinación de factores es un crecimiento económico limitado, que no responde al potencial de México como país estratégico en cadenas de valor globales ni a las expectativas de la población que demanda empleo, bienestar y oportunidades. La coyuntura que hoy enfrenta la economía mexicana exige decisiones de gran calado: abrir espacio a la inversión privada en energía, redefinir la política pública en materia de certidumbre jurídica y aprovechar con inteligencia la renegociación del T-MEC. De lo contrario, el país corre el riesgo de quedarse rezagado en un momento donde el mundo se reconfigura aceleradamente y donde las oportunidades no esperan.