- Los críticos argumentan que los documentos están tan censurados que carecen de valor informativo real, protegiendo a terceros bajo etiquetas como “John Doe” o “Jane Doe” en lugar de exponer a los colaboradores.
- Aunque las autoridades justifican las tachaduras para proteger la privacidad de los no acusados y víctimas, los detractores señalan que se está aplicando un criterio demasiado amplio que beneficia a posibles cómplices de alto perfil.
- Los archivos incluyen transcripciones y testimonios ante el Gran Jurado que, en teoría, debían arrojar luz sobre cómo operaba la red, pero que en la práctica han dejado más preguntas que respuestas debido a la edición de los textos.