Educación en jaque: paro magisterial, demandas y rezago escolar

El paro de la CNTE ha dejado a millones de niños sin clases en México. Exigen un aumento salarial del 100% y la derogación de reformas clave. ¿Cómo impacta esto en la calidad educativa? Solo 26 de cada 100 niños llegan a la universidad. Hoy más que nunca, urge evaluar a fondo el sistema educativo nacional.

El sistema educativo en México atraviesa uno de sus momentos más críticos. El paro nacional encabezado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha dejado a millones de niños y niñas fuera del aula, interrumpiendo el ciclo escolar y evidenciando una profunda fractura entre el magisterio y las autoridades. Las demandas del movimiento no son menores: exigen un incremento salarial del 100%, la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007, así como cambios fundamentales en el artículo 3° constitucional y en la reforma educativa de 2019. Estas movilizaciones, que han bloqueado vías y paralizado regiones enteras, no solo reflejan un reclamo gremial, sino que han puesto en entredicho la viabilidad del modelo educativo actual.

Mientras tanto, los indicadores son alarmantes: de cada 100 niños que ingresan a la primaria, solo entre 26 y 28 logran concluir la educación superior. Esta estadística revela un sistema que expulsa silenciosamente a la mayoría de sus estudiantes en el camino, generando desigualdad estructural. A esto se suma la falta de evaluación efectiva del desempeño escolar y docente, así como las marcadas disparidades entre regiones.

La situación salarial de los maestros también entra al debate: aunque su labor es fundamental para el desarrollo del país, los sueldos siguen siendo insuficientes frente al costo de vida, y en muchos casos no se reconocen los años de servicio ni la capacitación continua. En este contexto, vale la pena preguntarse: ¿cómo se encuentra hoy la calidad de la educación en México? ¿Qué consecuencias reales tendrá este paro en el desarrollo académico de una generación entera?

Este momento exige una reflexión seria y profunda sobre el rumbo de la educación pública. Las demandas de los maestros deben ser atendidas con sensibilidad, pero también es urgente garantizar el derecho de los niños y jóvenes a una formación continua y de calidad. Sin diagnósticos claros ni voluntad de diálogo, el país corre el riesgo de seguir acumulando rezagos que comprometerán su futuro. La educación no puede seguir siendo rehén de conflictos políticos o sindicales: es un derecho que debe estar por encima de todo.