Salud sexual en tiempos de crisis. Bitácora de Guerra por Hannia Novell

Bitácora de Guerra por Hannia Novell: La economía de 2022 arrancó con dificultades en todo el mundo. Los estragos de la pandemia y de la invasión de Rusia a los territorios de Ucrania, ya se reflejan en los principales indicadores económicos y en la economía familiar.

La mayoría de los mexicanos han percibido en sus bolsillos el incremento de precios de los productos que consume. Comprar en tianguis, puestos ambulantes, tiendas de abarrotes, mercados públicos y centros comerciales da lo mismo. En todos lados, los precios están al alza.

La crisis económica ya encareció, incluso, el precio de los anticonceptivos en más de 7.7 por ciento. El DIU de plata pasó de mil 630 a mil 800 pesos y una vez colocado, tiene una duración de tres años.

El DIU de cobre costaba 724 pesos y ahora 800, con una duración de 48 meses; y la inyección anticonceptiva, que para ser efectiva debe aplicarse cada tres meses, tenía un precio de 543 pesos y el costo actual es de 600.

Las pastillas anticonceptivas también aumentaron de precio, al pasar de 340 a 376. El aumento superior al 10 por ciento resulta significativo, si consideramos que el gasto es mensual. Las cajas con cinco condones masculinos costaban 153 pesos y ahora se venden por 169, mientras que los condones femeninos aumentaron de 143 a 158 pesos.

Desde la década de los setenta, el Gobierno empezó a instrumentar una serie de políticas públicas encaminadas a disminuir la tasa de fecundidad de las mujeres, las cuales resultaron exitosas si consideramos que los nacimientos pasaron de siete hijos a un promedio de dos o uno. Sin embargo, la sexualidad juvenil ha sido una asignatura pendiente.

Hace un par de años, la Organización Mundial de la Salud reveló que el 23 por ciento de las y los adolescentes en México inicia su vida sexual entre los 12 y 19 años y el 15 por ciento de los hombres y 33 por ciento de las mujeres no utilizaron algún método anticonceptivo en su primera relación sexual.

En consecuencia, México ocupa el primer lugar en embarazo en la adolescencia, con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El embarazo en la adolescencia tiene un efecto multiplicador. Hay sueños perdidos, estudios abandonados, oportunidades de recreación arrumbadas y posibilidades de desarrollo laboral y crecimiento económico que, en la mayoría de los casos, se quedan en el camino.

Pero también están los costos institucionales. Si en 2020 la ONU estimaba que mil niñas y adolescentes dan a luz en México diariamente y más de 380 mil adolescentes acuden a los servicios de salud, para los controles prenatales y la atención de partos. ¿Qué pasará ahora, sin la posibilidad de comprar anticonceptivos?

Hace dos años, las autoridades sanitarias debieron destinar más de seis mil millones de pesos para atender los embarazos adolescentes. Este año, ese presupuesto fue recortado.

La Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes, que se puso en marcha desde 2014, tenía el propósito de llegar al 2030 reduciendo a cero los nacimientos en niñas de 10 a 14 años y bajar en 50 por ciento la tasa de fecundidad entre las adolescentes de 15 a 19 años.

Si la Secretaría de Salud se mantiene indiferente a las necesidades prioritarias de la población y no extiende una campaña nacional para entregar preservativos gratuitos, será imposible frenar las cifras de embarazo adolescente y de maternidad temprana en México.

Bitácora de Guerra por Hannia Novell.
@HanniaNovell

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