Esta semana se dio a conocer el caso de un hombre de Filipinas que murió un día después de que las autoridades lo obligaran a hacer 300 sentadillas a modo de castigo por infringir el toque de queda impuesto para evitar el aumento de casos de COVID-19.
El hombre, identificado como Darren Manaog Peñaredondo, de 28 años, fue sorprendido violando el toque de queda impuesto en Filipinas, motivo por el que la policía le ordenó realizar 300 sentadillas a modo de castigo.
El hombre, que salió de su casa para comprar agua, fue de tenido en la isla de Luzón, cuando fue llevado junto a otros infractores a la plaza ubicada frente al edificio municipal.
En total, el hombre realizó aproximadamente 300 sentadillas debido a que se cayó constantemente y a que no coordinaba el ejercicio con sus compañeros, motivo por el que se incrementó la cantidad de ejercicios que realizaría en un inicio.
Las sentadillas le provocaron convulsiones
De acuerdo a lo informado, cuando el hombre terminó las sentadillas, tuvo que ayudarse de otro infractor para regresar a su casa; su novia indicó a medios locales que en un inicio pensó que el hombre había sido golpeado.
Fue entonces que el hombre sufrió una convulsión y cayó al suelo; los vecinos de la zona acudieron a auxiliarlo y uno de ellos le realizó reanimación cardiovascular para revivirlo brevemente, sin embargo pocos segundos después el hombre murió.
Califican la sanción como tortura
Luego de que se diera a conocer la historia del hombre, el alcalde de la ciudad, el general Trias Mayor Antonio Ferrer, ordenó a las autoridades investigar el caso y calificó el hecho como “tortura”.
Por su parte, el jefe de la policía local, Marlo Nilo solero, indicó a medios de comunicación que los infractores del toque de queda solo reciben sermones y aseguró que los castigos físicos no están permitidos y que no habría tolerancia para los oficiales que cometieran dichos actos.
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erv