Disney: Adaptarse para sobrevivir. A Debate por Daniel Jacobo

A Debate por Daniel Jacobo: Disney en la polémica a unas semanas del estreno de su nueva versión de La Sirenita. Y sí: hay muchos señores enojados.

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Escrito por: Daniel Jacobo
A Debate por Daniel Jacobo
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A Debate por Daniel Jacobo: Desde que se dio a conocer que la actriz Halle Bailey fue elegida para interpretar a Ariel en la nueva versión de Disney de La Sirenita, las redes sociales estallaron.

Miles de usuarios pegaron el grito al cielo porque la actriz distaba de parecerse al personaje “original” de 1989, la versión animada; es decir, la nueva Ariel era negra y no blanca pelirroja como el DIBUJO ANIMADO.

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Las versiones de Disney

La nueva versión de esta historia es un recordatorio de algo que ha hecho Disney prácticamente desde siempre: tomar una historia, adaptarla y endulzarla para un público infantil y juvenil.

En este caso en particular, La Sirenita viene del cuento del poeta danés Hans Christian Andersen, publicado en 1837. Algunas diferencias entre estas historias son que, en el cuento, la sirena no tiene nombre; además, los finales son distintos: en el cuento la sirena no termina con el príncipe viviendo felices eternamente. Y así ha sido con diferentes historias:

-La historia de Pinocho contada por Disney en 1940 viene del libro de Carlo Collodi, Las Aventuras de Pinocho de 1883. En ambas historias, Pinocho se convierte en un niño de verdad, pero en la de Collodi, Pinocho mata a Pepe Grillo.

-La Bella Durmiente es un ejemplo aún más denso: mientras que Disney cuenta que un príncipe la despierta con un beso para acabar con una maldición de una bruja, en la historia original, atribuida al italiano Giambattista Basile, el rey (que no era príncipe), viola a la protagonista mientras está dormida. Y eso, no se lo vas a contar a las y los niños.

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Tiempos modernos

Pese a que sobrevivió a la primera polémica por quién será la protagonista, La Sirenita que se estrenará este 2023 está de nueva cuenta bajo los reflectores, porque dos canciones que vienen de la versión animada serán modificadas para, según el compositor Alan Menken, “adaptarse a los nuevos tiempos y no ser ofensivas”.

Las canciones a modificarse son Bésala y Pobres Almas, para evitar que, por un lado, se interprete que el príncipe quiere obligar a Ariel a besarlo sin su consentimiento; y por otro, que no se envíe un mensaje erróneo de que las mujeres jóvenes no tienen derecho a alzar la voz.

Podremos estar de acuerdo o no, señores de 40 años y más que están peleando en redes sociales por una película ficticia, pero Disney sigue de principio a fin el fan service de adaptarse a lo que la sociedad que lo consume, demanda.

Mutilar las obras

Algo “similar” a lo que ocurre con Disney, está pasando en otros ámbitos culturales. En el caso de la literatura, la editorial HarperCollins creó una comisión de “lectores sensibles” con el fin de eliminar y modificar referencias étnicas y descripciones físicas de las novelas del inspector Hércules Poirot y Miss Marple de la escritora británica Agatha Christie.

Por una guillotina similar iban a atravesar las obras del también británico Roald Dahl por parte de la editorial Puffin Books y The Roald Dahl Story Company, con el objetivo de modificar el lenguaje “ofensivo”.

En las versiones en inglés de algunas historias, por ejemplo, modificaron la palabra “gordo” por “enorme”. Pero, el rechazo del público lector fue tal, que tuvieron que echar para atrás la decisión.

A Debate

Para algunos, el caso de Disney podría ser exactamente igual al caso de los escritores británicos mencionados arriba, pero no lo es. Por un lado, Disney, en el ánimo de mantener cautivo a su público más joven, se va adaptando a las transformaciones sociales con el paso de los años; por eso, una película que tenga de protagonista a una sirenita negra no será atractiva para un señor de 40 años que creció con la sirenita blanca pelirroja.

Pero por otro, la modificación de obras originales -que no adaptaciones- sino verdaderas mutilaciones, es inconcebible porque no solo se atenta contra la autoría de quien o quienes las hayan escrito, sino que, además, se pierde registro del contexto en el que fueron escritas esas obras y nos aleja del conocimiento y entendimiento de quiénes éramos como sociedad en aquél entonces.

Por cierto, ¿cambiar las letras de canciones tan memorables para una sociedad diversa, como Mátalas, es mutilación pura o una búsqueda de mantenerse vigente ante los nuevos tiempos? La pregunta, A Debate.

Por Daniel Jacobo
@soy_camel

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