¿De verdad México vive un gran momento económico? Los datos invitan a la cautela. Lejos del discurso optimista, el crecimiento real ronda apenas el 0.2%, una cifra que se parece más a un estancamiento que a una expansión sólida. El empleo formal no logra despegar, mientras la informalidad vuelve a ganar terreno y se convierte en el refugio de millones de personas que no encuentran oportunidades estables. Al mismo tiempo, aumenta de manera considerable el número de trabajadores que perciben solo el salario mínimo, una señal clara de fragilidad en los ingresos. A este panorama se suma el inicio de presiones inflacionarias que empiezan a sentirse en el bolsillo. Más que una economía en auge, el escenario revela desequilibrios estructurales que obligan a preguntarnos si el “buen momento” no es, en realidad, solo un espejismo.