El consumo se enfría: incertidumbre y bajo crecimiento frenan a las familias mexicanas

La economía mexicana enfrenta un cierre de año con señales de estancamiento. La inflación, un mercado laboral limitado y políticas que generan incertidumbre han frenado el consumo en 0.5% durante el primer semestre.

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Publicado por: Redacción adn Noticias

La economía mexicana cierra el año con claros signos de fatiga. El motor del consumo, que durante años ha sostenido parte del crecimiento interno, muestra un retroceso de 0.5% en el primer semestre de 2025, reflejando no solo la pérdida de dinamismo económico, sino también el desgaste de los bolsillos de millones de familias. Aunque los aumentos al salario mínimo y los programas asistenciales parecían prometer un respiro, la realidad es que no han logrado compensar la erosión del poder adquisitivo provocada por la inflación y las limitaciones del mercado laboral.

En muchos hogares, los gastos esenciales —como alimentos, transporte y vivienda— absorben la mayor parte del ingreso, dejando poco margen para el consumo discrecional o el ahorro. Esto impacta directamente en las pequeñas y medianas empresas, en el sector servicios y en las industrias que dependen de una demanda interna sólida. Cuando las familias dejan de consumir, los negocios reducen producción, se contrae el empleo y la economía entra en un círculo vicioso del cual es difícil salir.

La incertidumbre política también juega su papel. Reformas como la judicial o los cambios a la Ley de Amparo generan preocupación entre inversionistas nacionales y extranjeros, quienes perciben un entorno menos estable para sus capitales. Sin inversión, no hay empleo de calidad; sin empleo, no hay consumo; y sin consumo, el crecimiento se desvanece.

A este panorama se suma la renegociación del T-MEC, que se da en un contexto de creciente proteccionismo en Estados Unidos bajo la influencia de Donald Trump. La posibilidad de nuevos aranceles o medidas restrictivas podría golpear a sectores clave, como la manufactura, la automotriz o el agroindustrial, reduciendo la competitividad del país y frenando aún más el flujo de inversión.

Frente a este escenario, los analistas coinciden en que el reto inmediato es romper la inercia de la desconfianza. Para lograrlo, se necesita una estrategia clara que incentive la inversión privada, promueva la productividad y reactive la generación de empleos formales. Solo así el consumo podrá recuperar su fuerza como columna vertebral de la economía mexicana.

Porque al final, detrás de cada cifra de inflación, de cada porcentaje de consumo o de cada ajuste al salario mínimo, hay millones de familias que toman decisiones difíciles todos los días: qué gastar, qué posponer y cómo resistir ante una economía que, más que avanzar, parece haberse detenido a mitad del camino.