El día que murió Juan Gabriel. Más Cuentos de “El Faraón” Gabriel Hernández

Más Cuentos de “El Faraón” por Gabriel Hernández: El día que murió Juan Gabriel, significó para mí una conexión con lo inexplicable y con la magia del universo.

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Escrito por: Gabriel Hernández
Más cuentos de “El Faraón del Espectáculo”, Gabriel Hernández
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Más Cuentos de “El Faraón” por Gabriel Hernández: La vida de aquellos que nos dedicamos a la televisión en cualquiera de sus actividades, al frente, detrás, arriba, abajo, en la luz, en el audio, en su concepción creativa no siempre es lo que el público cree. Le cuento porque me he encontrado con algunas personas a lo largo de la vida que piensan que siempre estamos felices, que no tenemos problemas o que simplemente nunca tenemos que pasar por momentos difíciles como el resto de la humanidad. Nada más falso que eso.

El día que murió Juan Gabriel, significó para mí una conexión con una parte de lo inexplicable, de la magia que existe en el universo y que por muchos años, nos hemos dedicado a negar, a ignorar, simplemente porque no somos capaces de entenderla o porque nos da temor, saber que más allá de nuestra comprensión existe un mundo inaccesible para quienes no quieren creer.

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El año 2016 fue para mí, un año complicado en cuestiones personales, concretamente por una relación sentimental que me marcó de manera sustancial, me queda claro que después de esa historia nunca volveré a ser el mismo. Les cuento este detalle, para entrar en contexto con lo que voy a narrar a continuación.

Cuando más difícil parecía seguir adelante, uno se refugia en las amistades que tienden la mano para escuchar y aconsejar en lo que pueden, en lo que saben y en la inspiración de su intuición. Así me sucedió con mi amiga, Laura, quien me escuchó y me refugió en su cariño para que el trago de aquel adiós, no fuera tan amargo.

El mensaje

Ese domingo 28 de Agosto se quedará en mi memoria como el día en que sucedieron dos cosas impresionantes. Hablaba por teléfono con ella desde la azotea de casa, era una mañana soleada al norte de la ciudad y lo único que la ensombrecía era la sensación de tristeza y vacío del corazón.

“No te preocupes, es algo que a todos nos pasa.” “El tiempo te dará la oportunidad de pensar de otra manera” eran frases que Laura me decía como tratando de suavizar mi mal momento, cuando de pronto, el tono de su voz cambió. Como si se hubiera conectado con un entorno diferente, entonces fue que dijo. “No te apures, ahorita te van a llamar de tu trabajo y te vas a distraer”. Cortamos la llamada, con el agradecimiento por un rato de terapia voluntaria y gratuita y nos despedimos. En ese momento, llegó el mensaje por Whatsapp con la leyenda. “Todos al canal, acaba de morir Juan Gabriel”.

El mensaje me heló la sangre, me sorprendió la certeza de lo que Laura me había dicho, también, por mi lado profesional, que un hombre tan grande hubiera fallecido así, tan repentinamente. El cielo comenzó a nublarse, algunas gotitas de lluvia comenzaron a caer, al igual que una pluma blanca, que al caer sobre el agua que ya estaba en el piso se desintegró. Ese era un mensaje, sin duda.

Le volví a llamar a Laura, porque supuse que habría visto la noticia en algún portal de internet, mientas hablábamos y que por eso sabía que me llamarían de mi trabajo. Me dijo que no tenía idea de lo que le estaba hablando, que no tenía ese servicio en su casa y que no había forma de supiera que ese día, había muerto Juan Gabriel. Todavía con la sorpresa que el mensaje de la pluma, la lluvia, el presagio, me dispuse a ir al canal a toda velocidad, pues ya se preparaba una intensa cobertura que representaría culminaría con la llegada de los restos del “Divo de Juárez” a México, momento, que por cierto, captamos en exclusiva, cuando nuestras cámaras vieron salir la carroza del hangar presidencial, antes que nadie.

El homenaje en el Palacio de Bellas Artes, con las incontables muestras de cariño y admiración del pueblo mexicano para quien le puso letra y música a sus historias de vida. El maestro Juan Gabriel y también Alberto Aguilera Valadez, quien al final de todo, siempre fueron la misma persona.

Curiosamente, nunca tuve contacto con Juan Gabriel en toda mi carrera periodística en la fuente de espectáculos. Por lo menos, cara a cara. Una vez, en la entrada del palenque de Pachuca, tras una nube de polvo que dejó un convoy de camionetas a toda velocidad sobre un camino de tierra seco, lo vi entrar a las instalaciones a unos 25 metros de distancia y tras una reja impenetrable.

“Alberto, gracias por componer canciones tan bonitas” le grité con fuerza. Se detuvo para escuchar el mensaje, colocó sus dedos en forma de cucurucho y lanzó un beso a la cámara en agradecimiento. No dijo una sola palabra, y al mismo tiempo lo dijo todo. ¿Quién iba a pensar que el día de su muerte, se recibirían tantos mensajes? Si no lo hubiera visto con mis propios ojos, tampoco lo creería.

Más Cuentos de El Faraón por Gabriel Hernández Miranda. “El Faraón Del Espectáculo”
@Faraon_Gabriel

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