El giro de la estrategia de seguridad en México: hacia una corresponsabilidad con Estados Unidos
A medida que la política de “abrazos y no balazos” muestra sus límites, México parece encaminarse hacia un nuevo paradigma de seguridad. La cooperación con Estados Unidos, una idea fuertemente criticada en el pasado, resurge como una necesidad para enfrentar el crimen organizado.

La evolución de una idea controversial
La iniciativa de establecer una corresponsabilidad entre México y Estados Unidos para combatir el crimen organizado, que en su momento fue fuertemente criticada y tachada de ‘entreguista’, está ganando terreno. Después de seis años de una estrategia de seguridad basada en ‘abrazos y no balazos’ y reformas limitadas, la realidad ha forzado un retorno a esta idea. La premisa es clara: o ambos países se asumen como corresponsables del fenómeno criminal, o las bandas delictivas seguirán aprovechando la debilidad y la rivalidad entre ambas naciones.
El dilema se hace evidente con las nuevas realidades del crimen, como el uso de drones. Se ha reconocido que el sistema de seguridad mexicano, con sus limitaciones, no logra controlar la presión criminal, lo que termina por ceder terreno de manera implícita a los Estados Unidos . Esta situación obliga a una reflexión profunda sobre la eficacia de las políticas actuales y la urgencia de fortalecer las capacidades nacionales.
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Un reconocimiento de la realidad y la necesidad de fortalecimiento
El planteamiento actual no es simplemente una rendición, sino un reconocimiento de que es indispensable reforzar el aparato de seguridad mexicano y mejorar sus capacidades. En este contexto, el apoyo de los norteamericanos, que vuelven a considerar un esquema de corresponsabilidad, es visto como un factor de ayuda crucial. Aunque la idea ha sido difícil de aceptar para un país que siempre ha buscado mostrar su independencia y decir “yo lo hice”, la urgencia de terminar con el ‘imperio de los criminales’ está abriendo la puerta a una nueva mentalidad.
La ayuda de los vecinos es ahora vista como bienvenida, siempre y cuando sea gestionada de manera ‘políticamente procesada’. Este enfoque pragmático, que parece estar madurando en la conciencia pública mexicana, busca un equilibrio entre la soberanía nacional y la cooperación necesaria para lograr la paz y la seguridad en la región. El camino es complejo, pero la nueva realidad exige soluciones que antes eran impensables.
El despertar de México: ¿fin de la estrategia ‘abrazos, no balazos’ y el regreso a la corresponsabilidad con EE. UU.?
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