Falta de clases pone en riesgo la salud física y mental de los menores

Uruguay fue el primer país en Latinoamérica en regresar a las clases presenciales bajo un estricto protocolo de medidas sanitaras; Colombia secundó la acción y en octubre regresaron los alumnos a las aulas con clases alternadas y siempre cuidando la salud de los estudiantes.

A nivel internacional, los niños regresaron a los salones de clases en Italia desde septiembre, luego de seis meses en confinamiento el cual, según el gobierno, es insostenible.

Guiseppe Conte, primer ministro de Italia, declaró que la curva de contagio en las escuelas es muy muy baja. “Eso significa que hemos estado trabajando de manera eficiente y hemos logrado un alto nivel de seguridad para nuestros niños. Esto implica también para las escuelas mismas, las personas que trabajan en ellas y los estudiantes. Cerrar las escuelas totalmente de esa manera no es la solución”.

A pesar de que los restaurantes, museos, parques y centro comerciales de México reabrieron, cumpliendo con las medidas sanitarias para evitar contagios, las escuelas siguen cerradas y con los niños aprendiendo a distancia y como pueden. Además, los padres de familia están haciendo el papel de maestros para el cual no están preparados.

El confinamiento afecta de muchas maneras a los niños; principalmente el sistema motor porque no tienen la manera de salir al parque o de desarrollar actividad física que realizaban en sus escuelas, además de fomentar la obesidad, advierte Karla Suárez, académica de la Facultad de Psicología.

Las autoridades afirmaron que las escuelas reabrirían con semáforo verde, sin embargo, en Campeche, única localidad con ese color, las escuelas continúan cerradas sin contemplar los grandes riesgos para la salud física y mental de los menores.

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