El Juzgado Virtual de lo Familiar del Poder Judicial de Nuevo León modificó 80 nombres propios, así como el orden de apellidos, debido a que durante la secundaria adolescente sufrieron bullying y dado a que algunos padres no se hicieron responsables de los gastos alimenticios de su hijo.
El juez especializado en estos tópicos, Raúl Farfán Bocanegra, explicó que este fenómeno se da cuando a una persona le incomoda el nombre con el que fue registrado, por burlas o porque sus nombres tienden a ser utilizados en doble sentido.
Algunos de los nombres que sufrieron modificaciones son Elma María que cambió a Elma Guadalupe; Filomena, Ramona, Perla, Pomposa, Brittany, Simón, Florinda o Petrita.
El juez Raúl Farfán Bocanegra explicó que hay casos cuando un hijo se siente ofendido porque el padre se desobligó de él y solicitan cambiar el orden de los apellidos.
Detalló que este tipo de casos se da en adultos de entre 20 y 40 años, mientras que en los menores de cinco a 17 años por cuestiones escolares. Para poder realizar el cambio es necesario que el interesado y su abogado acudan a un Registro Civil y realice la solicitud.
Casos de bullying provocados por el nombre propio
Datos proporcionados por el juzgado arrojan que Eli Ephyxhe cambió a Eli Enrique porque su antiguo nombre provocaba burla en la primaria causándole baja autoestima.
Asimismo está el caso de Petra quien decidió cambiar su nombre a Guadalupe ya que “Petroleros Mexicanos, Petroski, Petri y Petrolina la vaquera” eran algunas de las burlas que sufría. Lucas Alejandro optó por Alejandro Martínez, dado que sus compañeros le decían luchas chamoy, Lucrecia o Lucas, el de los dulces.
Arwen Alejandra también fue víctima de bullying, pues sus compañeros y las mamás de éstos cuestionaban si el nombre se le puso por “arwendera”. Enrique Mascota cambió a Enrique Mascott porque le gritaban: “Eres mi mascotita”, le silbaban.
Más de 18 millones de niños y niñas sufren bullying en México
En México, 18 millones 782 mil alumnos de primaria y secundaria son víctimas de bullying, de acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Los conflictos entre niñas, niños y adolescentes se convierten en bullying, cuando existe una intención de agredir a la víctima de manera constante.
El agresor no presenta sentimientos de compasión por la víctima; es evidente una desigualdad entre el agresor y la víctima, como pueden ser la edad, estatura o popularidad.
El agresor comúnmente justifica su agresividad, señalando diferencias que tiene que ver con cuestiones de raza, religión, género, origen, estatus económico, discapacidad, orientación sexual, así como características físicas y estéticas, entre otras.
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