Cine en 2025: entre la nostalgia de la sala y el reto del streaming

Aunque ir al cine sigue siendo una experiencia entrañable, la industria de exhibición cinematográfica enfrenta un 2025 complicado. La taquilla no se ha recuperado del golpe pandémico, la economía familiar restringe el gasto y el streaming cambia los hábitos del público, especialmente entre jóvenes.

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Publicado por: Redacción adn40

Ir al cine con la familia sigue siendo una de las experiencias culturales más valoradas: compartir palomitas, apagar el celular y sumergirse en una buena historia proyectada en pantalla grande conserva una magia difícil de reemplazar. Sin embargo, detrás de esa experiencia hay una industria que, en 2025, enfrenta retos serios para mantenerse a flote, sobre todo en su vertiente de exhibición. A cuatro años del golpe que significó la pandemia para los cines, la recuperación ha sido más lenta de lo esperado. En 2024, la taquilla incluso retrocedió respecto a 2023, en parte por una economía familiar que aún no se reactiva del todo y que limita los gastos en entretenimiento fuera del hogar.

A estos factores se suma un cambio estructural más profundo: el avance imparable del streaming. Las plataformas digitales han modificado los hábitos de consumo, reduciendo la frecuencia con la que, sobre todo los jóvenes, acuden a una sala. Ver una película desde casa es más cómodo, más barato y más accesible. Este fenómeno obliga a los exhibidores a reinventarse: ofrecer experiencias diferenciadas, renovar sus modelos de negocio y repensar su valor frente a un consumidor que exige más por menos.

Aun así, no todo son malas noticias. La industria cinematográfica en general —más allá de la exhibición— tiene todavía mucho por recorrer. La clave está en crear buenas películas y aprovechar el alcance global que ofrecen las plataformas digitales. Hoy más que nunca, una producción puede tener impacto mundial sin pasar necesariamente por los cines. Eso plantea una paradoja: mientras las salas luchan por atraer público, las historias filmadas nunca habían tenido tantas vías para encontrar audiencia.

En este contexto incierto pero también lleno de oportunidades, el cine como arte y como industria se enfrenta a una pregunta clave: ¿cómo reinventarse sin perder su esencia? En tiempos en los que la atención está fragmentada y la competencia por el entretenimiento es feroz, lograr que alguien compre un boleto, se traslade a una sala y se siente 120 minutos sin distracciones se ha vuelto un lujo… pero también una posibilidad que sigue viva. Porque el cine, a pesar de todo, sigue siendo una pasión compartida.