Daniela Arroyo: Teatro, identidad y diversidad en escena | No hay lugar común
En No hay lugar común, con Ricardo Raphael, la dramaturga Daniela Arroyo encuentra en el teatro un medio para explorar identidades y romper paradigmas.
Daniela Arroyo encuentra en la actuación y la dramaturgia un espacio de juego y expresión, inspiración nacida desde que era niña por su maestra Berta Iriart en un taller en Michoacán. Aunque crece en México, su vínculo con Brasil, país natal de su padre, la acompaña y alimenta su identidad multicultural, conectando sus raíces brasileñas y mexicanas.
Explica que su obra “Selva en la cabeza,” ganadora del Premio Bellas Artes, aborda temas de identidad y raíces afrodescendientes a través de la metáfora del cabello rizado, explorando el rechazo que experimentan algunas personas hacia su propia herencia cultural. Para ella, el teatro es un “juguete” que permite a niñas y niños expresarse y entender su identidad, fomentando conversaciones profundas en las familias.
Señala la diversidad familiar como un tema central en su trabajo, cuestionando las estructuras tradicionales y promoviendo la inclusión de distintas configuraciones familiares en las historias escénicas. A su juicio, presentar esta variedad ayuda a la niñez a sentirse aceptada y comprender que existen múltiples formas válidas de familia.
Daniela Arroyo también trabaja con migrantes, particularmente con comunidades haitianas y cubanas en México, en colaboración con ACNUR. A través del teatro, busca reflejar las experiencias de las personas desplazadas y sensibilizar a la población sobre sus realidades, para combatir la xenofobia y generar empatía.
Actualmente, dirige “El Antipalomas” en el Teatro Julio Castillo, una obra de Enrique Olmos de Ita que explora la diversidad familiar. La producción, enfocada en el público infantil, estará en cartelera hasta el 15 de diciembre, con funciones los fines de semana a las 12:30 p.m.