La mano izquierda de Chavela Vargas. Más Cuentos de “El Faraón” por Gabriel Hernández

Hoy en más Cuentos de “El Faraón” Gabriel Hernández. Un encuentro inolvidable con Chavela Vargas en aquel tiempo avecindada en el pueblo mágico de Tepoztlán.

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El Faraón del Espectáculo”, Gabriel Hernández

Más Cuentos de “El Faraón” por Gabriel Hernández: La encomienda fue clara. Había que encontrar el restaurante en el que la cantante Chavela Vargas, en aquel tiempo avecindada en el pueblo mágico de Tepoztlán, Morelos, pasaba la mayor parte del día en un enorme jardín, adornado de esculturas post modernas de metal, bajo el rayo del sol de mediodía, que quemaba fuerte y obligaba a rehidratarse con la regularidad que las altas temperaturas exigían. Ahí estaría, la costarricense que sabía que “los mexicanos nacemos donde se nos da la gana.”

Chavela llegó al lugar, acompañada de una joven que le daba el brazo para mantener el equilibrio, su caminar lento y tambaleante no era más que el indicativo del paso de los años, del desenfreno de una vida llena de emociones extenuantes. Nos saludamos cordialmente y comenzamos a hablar de la mexicanidad, de la inmensidad del Tepozteco y de la magia de los pueblos autóctonos de nuestro país. Ahí fue donde comenzó un inolvidable intercambio de información, que se quedará para siempre en mi memoria.

“Los Huicholes me llamaron Cupaima, soy chamana y tengo un poder curativo muy grande en la mano izquierda” me dijo sin quitar la vista de mis ojos, como si ella supiera que entendería de lo que estaba hablando. Luego habló del brujo Juan Matus, personaje protagonista de los libros de Carlos Castaneda, a quien conoció en alguna de sus visitas a la Ciudad de México. “Don Juan se me aparece y lo hace de una manera muy especial, lo primero que veo es como vuela su sombrero y cae en el piso y ahí es donde sé que va a decirme algo”. Después de haber leído alguno de los libros, sabía que Don Juan no se encontraba en este plano y que la visita tendría que ser en forma de espíritu.

Chavela dijo que así era, además dijo. “Don Juan siempre fue un hombre al que no le interesó ni la fama ni el dinero, el otro fue que se aprovechó.” Le pregunté si se refería a Carlos (Castaneda) y solo asintió con la cabeza. Dijo que la más reciente ocasión que había visto al señor Matus, fue un día que le pidió que curara a un niño que tenía un envenamiento y que era muy posible que muriera. “Vi al niño que estaba inflado como un globo, solamente tuve que tocarlo con mi mano izquierda, para que se recuperara inexplicablemente”. Le habían suministrado toda clase de medicamentos sin lograr curarlo.

Unos meses después, Chavela Vargas trascendió a otro plano, se hizo lo que había dicho en aquella entrevista, lo que quería que se hiciera, que arrojaran sus cenizas en el Tepozteco, para continuar dando vida en un lugar poderoso. En esa época también tuve oportunidad de hablar con otro grande y muy buen amigo de la cantante, Joaquín Sabina. La última pregunta de aquella charla tenía que ser en relación a su querida compañera de tertulias.

“¿Usted sabe lo que Chavela Vargas podía hacer con la mano izquierda? Sabina me miró con sorpresa, asintiendo con la cabeza sin dejar de lado la sorpresa… ¿Qué piensa de eso? Y solamente se limitó a cantar en voz baja… “Se me acabó la fuerza, de mi mano izquierda”.

Más Cuentos de El Faraón por Gabriel Hernández Miranda. “El Faraón Del Espectáculo”
@Faraon_Gabriel

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