Lo Cortez no quita lo Faraón. Más Cuentos de “El Faraón” por Gabriel Hernández

Más Cuentos de “El Faraón” por Gabriel Hernández: Mi relación con Alberto Cortez comenzó como la que él tuvo con millones de seguidores a lo largo de su carrera.

Actualizado el 27 junio 2022 21:03hrs 2 minutos de lectura.
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Escrito por: Gabriel Hernández
Más cuentos de “El Faraón del Espectáculo”, Gabriel Hernández
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Más Cuentos de “El Faraón” por Gabriel Hernández: Mi relación con Alberto Cortez, comenzó como la que él tuvo con millones de seguidores a lo largo de su carrera y aún más larga vida, con su música y la poesía de sus ideas, que le pusieron música a las cosas simples de la vida.

Alberto Cortez tuvo la sensibilidad de recuperar las historias de su vida para hacerlas canciones, como fue aquel tema que le escribió al perro callejero adoptado por su comunidad, o al árbol que creció al final de la casa de su madre, donde según lo dijo él, perdió la inocencia.

En aquella ocasión, recién había terminado la relación laboral con Facundo Cabral, otro grande de la popularidad latinoamericana que tendrá su espacio especial en esta columna. Alberto Cortez ya se veía mermado de salud, la presión arterial le jugaba malas pasadas, una obesidad que no parecía normal y la ayuda de un bastón para moverse era indispensable en aquellos momentos, en los que había convocado a diferentes medios de comunicación para promocionar alguna de sus presentaciones en algún teatro de la capital azteca de los que acostumbraba llenar en sus mejores tiempos.

La charla con Alberto Cortez


La charla comenzó con aquello que él quería y requería decir, y después comenzó el interrogatorio de sus principales obras, su inspiración y la motivación que lo llevó a escribir y musicalizar tan brillantes historias de vida.

Primero habló del abuelo, protagonista de una de sus más impresionantes canciones, que quizá no tuvo tanta difusión como algunas otras, pero que cuenta como su abuelo salió de su natal Galicia y llegó al nuevo mundo con las manos vacías, como le sucedió a millones de migrantes que huyeron del viejo continente. La nostalgia de aquel hombre que agradecía que sus manos un poco más viejas había construido un patrimonio para su familia.

Mi árbol y yo, es otro de los temas que son fundamentales en su cancionero. Alberto Cortez le hacía un homenaje a su infancia que corrió al parejo del su crecimiento y florecimiento de aquel abeto, que lo acompañó en diferentes episodios de la vida, que narra magistralmente en su letra. Pero la canción tuvo un refresco cuando le pregunté, por aquel árbol. ¿Todavía está lleno de nidos?. El árbol ya no está más en la casa de mi madre, creció tanto que lo tuvieron que podar porque la raíz tiró la barda de atrás de la propiedad y por una cuestión de buena vecindad, para no afectar los que vivían en ese tiempo atrás, lo tuvo que quitar.

“Maestro, ese es tema para otra canción” le dije. Sonrió en toda la extensión de los labios y dijo que como en el cine, las canciones también tenían mala relación con las segundas partes. Lo Cortez no quita lo Faraón, y poco después de aquella charla nos despedimos por última vez. Nunca más lo volvería a ver con vida, pero al escuchar sus canciones, recuerdo aquellos momentos familiares, con los que hacíamos empatía con el perro callejero, prometíamos que llegaría una rosa, o simplemente le decíamos adiós a aquel amigo que siempre se va. Sin duda, uno de los mejores momentos para recordar en este espacio de todos ustedes.

Más Cuentos de El Faraón por Gabriel Hernández Miranda. “El Faraón Del Espectáculo”
@Faraon_Gabriel

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