Del adiós a La Palma. Jiribilla por Alejandro Brofft

Hoy en Jiribilla por Alejandro Brofft: ¿Una consulta pública logrará borrar el recuerdo de uno de los símbolos más importantes de la Ciudad de México?

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Escrito por: Alejandro Brofft
Jiribilla Alejandro Brofft
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En Jiribilla por Alejandro Brofft: El pintor de origen irlandés y naturalizado mexicano Phil Kelly eligió la Ciudad de México no sólo como su refugio, sino también como su principal motivo de inspiración. Una y otra vez, sus coloridos acrílicos retrataron el Paseo de la Reforma, seguramente, su avenida favorita. Y aunque resulta lógico que la Columna de la Independencia se repita una y otra vez en su obra, por encima de El Ángel, el artista jamás imaginó dicha vialidad sin La Palma.

Con el paso de los años, la planta que engalanaba la glorieta del cruce de Reforma con las calles Río Rhin -al Norte- y Niza -al Sur- se convirtió en símbolo del desaparecido Distrito Federal, hoy Ciudad de México. Las siluetas del horizonte capitalino eran impensables sin la victoria alada, el Monumento a la Revolución, las torres Latinamericana, de Mexicana y Pemex, el Palacio de Bellas Artes, el algún día llamado Hotel de México -hoy WTC- y, una vez más, la palmera de la Zona Rosa.

El pasado jueves 21 de abril, la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, anunció que el monumento natural sería retirado pues “lamentablemente no pudo salvarse” después de haberse contagiado de un hongo. “Los distintos árboles tienen un ciclo de vida y, en particular, las palmas no son plantas endémicas de la Cuenca del Valle de México” dijo la mandataria para defenderse de los señalamientos de si su administración había incurrido en algún tipo de omisión en su cuidado y atención.

Consulta Pública

Sorprendió que prácticamente de un día para otro se revelara la enfermedad, muerte y retiro del símbolo chilango; pero más llamó la atención la prisa con la que se convocó a su sustitución. ¿Acaso no era lógico que a la Glorieta de la Palma llegara un nuevo ejemplar de palma canaria? Resulta que no. Se invitó a una consulta pública que, desde la narrativa de su convocatoria, estaba pensada para cambiarle el rosto al lugar.

Un total de 77 mil 487 participantes decidió que ahora en la Glorieta de la Palma debe plantarse un ahuehuete. Con una diferencia de 6 mil 194 participaciones, en segundo lugar quedó la palmera. En una distante tercera posición: la jacaranda que, por cierto, tampoco es una especie propia de la región sino una afortunada importación del jardinero japonés Tatsugoro Matsumoto.

¿Acaso una consulta en Internet apenas promocionada en redes sociales era el mecanismo idóneo para decidir el futuro de la identidad histórica y cultural de nuestra ciudad? Debemos tener claro que un impulsivo click podrá ser capaz de definir el resultado de una encuesta, pero no de borrar quiénes somos ni de dónde venimos.

Y bautizarán la intersección con el nombre que les apetezca. Así como ahora aspiran que llamemos Calzada México-Tenochtitlan a la Avenida Puente de Alvarado o Plaza de la Noche Victoriosa al espacio donde quedan los despojos del Árbol de la Noche Triste. Empero, la experiencia nos dice que la colectividad seguirá hablando de la Glorieta de la Palma. Eso sí, ahora, con un ahuehuete en medio.

Pero si los árboles no son eternos, menos lo son los funcionarios. Terminarán por irse los que armaron este borlote. Por lo menos, de La Palma nos quedará el recuerdo que dejaron los grandes: Phil Kelly con sus pinturas, los Casasola con sus imágenes, Carlos Monsiváis con sus crónicas y otros tantos de la talla.

Jiribilla por Alejandro Brofft
@AlejandroBrofft

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