Ministros de culto bajo fuego. Bitácora de Guerra por Hannia Novell

Bitácora de Guerra por Hannia Novell: La inseguridad y la violencia son el peor flagelo que enfrenta la sociedad mexicana, y los sacerdotes no son la excepción. Desde 2012, los crímenes han enlutado a diferentes diócesis.

Un reporte del Centro Católico Multimedial reveló que 70 sacerdotes han sido asesinados en los últimos tres sexenios, lo que coloca a México como el más peligroso para usar un hábito religioso en América Latina.

El asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, ocurrido en la Sierra Tarahumara, es un claro ejemplo de la impunidad que prevalece. Han transcurrido más de 120 días sin que los responsables hayan sido llevados a rendir cuentas ante la justicia.

El horror de la violencia ha tocado la puerta de las iglesias. Los sacerdotes son constantemente amenazados y hostigados por narcotraficantes, autoridades municipales e, incluso, por los mismos pobladores. Tampoco escapan a los delitos de extorsión y cobro de piso.

La Confederación del Episcopado Mexicano (CEM) recientemente dio cuenta de una serie de casos donde los sacerdotes son atacados con armas punzocortantes, con ácido y agua caliente.

La Compañía de Jesús en México, que pertenece a la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y El Caribe (CPAL), ha advertido que los sacerdotes jesuitas, religiosas y laicos han enfrentado en México una violencia sistemática durante décadas.

La Unidad de Investigaciones Especiales del Centro Católico Multimedial (CCM) dio a conocer que sólo en los últimos 10 años, un total de 31 curas han sido asesinados en territorio nacional.

El documento, que ha circulado en diferentes medios de comunicación, descarta que los asesinatos de los ministros de culto sean consecuencia del odio a la fe; es decir, no se trata de una persecución religiosa.

Sin embargo, señala que el trabajo pastoral que se realiza en zonas aisladas, donde la miseria es tan profunda como el olvido de los gobiernos, es un blanco fácil para la delincuencia.

Se trata de curas y mujeres entregadas a la vida religiosa quienes, con misericordia y paciencia atienden a las personas más vulnerables, como los migrantes centroamericanos que pasan por México para cruzar la frontera de Estados Unidos, o las poblaciones enteras que se ven obligadas a huir de sus tierras.

Son las víctimas de la miseria y de la violencia quienes son el centro de atención del trabajo pastoral y en consecuencia, los ministros de culto se convierten en un obstáculo para las redes criminales de trata y explotación de personas.

En el capítulo denominado “Agresiones contra Sacerdotes y Agentes de Evangelización”, el CMM hace un análisis de contexto de las agresiones y refiere que los evangelizadores no toman medidas preventivas de seguridad, porque su razón de ser es ayudar a quienes lo necesitan

La investigación agrega que el arte sacro también ha desatado la codicia de los grupos criminales, pues existe la falsa idea de que todas las congregaciones religiosas, parroquias y templos tienen en su haber piezas artísticas de alto valor, por su antigüedad o material de elaboración.

El Centro Católico Multimedial concluye que el trabajo pastoral de las Iglesias tiene lugar en zonas donde “difícilmente llegan otras entidades civiles, públicas o gubernamentales”. Por lo tanto, “quienes atentan contra sacerdotes y religiosos buscan limitar las actividades del trabajo pastoral de la Iglesia en México”.

Dar refugio y consuelo a los más necesitados así como trabajar para defender los derechos humanos de las personas, no puede ser -en un país libre y civilizado-, un pretexto para ser asesinado.

Bitácora de Guerra por Hannia Novell.
@HanniaNovell

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hcj