No hay relación entre el uso de videojuegos y la conducta violenta de niños

La violencia en un menor de edad deriva de múltiples factores sociales y familiares, aseguró la UNAM.

Actualizado el 18 junio 2020 17:19hrs 1 minutos de lectura.
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Escrito por: Redacción adn40
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UNAM

Un niño o adolescente no es violento por su afición a los videojuegos; la conducta violenta deriva de múltiples factores sociales y familiares, afirmaron expertos de la UNAM.

Los videojuegos son parte de la cultura audiovisual e interactiva de estos sectores; ejemplo de ello son los deportes electrónicos (e-sports), orientados a generar comunidades y amistades, o los serious game, eficaces para aprender matemáticas o un nuevo idioma, o para prevenir el acoso escolar y reducir el estrés, expusieron Adolfo Gracia y Roberto Carlos Rivera, académicos de la FCPyS.

La académica Adriana Reynaga reiteró que “no hay relación directa entre la violencia y el uso de videojuegos; son otros los factores que podrían desencadenar conductas indeseables, como el fácil acceso a las armas, la falta de comunicación intrafamiliar o alguna enfermedad psicológica”.

Por su parte, el profesor David Cuenca subrayó que la violencia no deriva directamente del uso de videojuegos, sino de múltiples factores como el acoso escolar, las condiciones familiares en las que se desenvuelve el pequeño, la violencia social, el acceso a contenidos no apropiados, la necesidad de reconocimiento, la presión social y la disponibilidad de armas.

Países con alto consumo de videojuegos, como Japón, el sexto país más seguro, presentan las tasas más bajas de criminalidad y violencia, aunque hay otros fenómenos que padecen, como altas tasas de suicidios, dijo.

Blanca Estela López, académica de la UAM Azcapotzalco, puntualizó que el juego y las actividades culturales y recreativas son un modo de transformar la energía violenta de los pequeños, pero se han reducido en el sistema educativo. “Ya no se imparten, por ejemplo, clases de música, baile o pintura, porque no son redituables”.

Por más cómodos que sean los dispositivos móviles, no pueden sustituir a los padres, maestros ni vínculos humanos. “Debemos dejar de pensar en los niños como un objeto y en la familia como una especie de máquina que puede arreglarse con unos ajustes; hay mucho trabajo detrás y las instituciones no podemos desviarnos”, concluyó.


Con información de la UNAM

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