Roger Federer es algo más que una leyenda viviente del tenis y así lo demostró la semana pasada al viajar a África para realizar labores humanitarias, en las que incluso se dio clases a pequeños de diferentes escolaridades.
El tenista quien decidió no jugar la gira sobre polvo de ladrillo estuvo en el oriente de Zambia con la finalidad de seguir apoyando a la fundación que lleva su nombre, misma que por varios años se ha dedicado a apoyar organizaciones locales.
Durante las actividades, los alumnos le enseñaron a bailar, además convivió con los más pequeños en una aldea jugando futbol, para luego sentarse a comer con ellos. Todas estas actividades las documentó a través de su cuenta de Instagram.
sga