El Tyrannosaurus rex es uno de los dinosaurios más famosos así como de los más estudiados por la ciencia. Gracias a esto, ahora sabemos que dicha especie no rugía, sino que “arrullaba” como las palomas y que tenían plumas como las aves.
Sin embargo, hay algo en estos gigantes que siempre ha resultado un misterio: sus diminutos brazos.
Algunas teorías afirman que sus bracitos eran órganos vestigiales, es decir, un miembro cuya función original se perdió durante la evolución. Pero gracias al paleontólogo Steven Stanley esta idea podría cambiar.
Un estudio de la Universidad de Hawái encabezado por Stanley descubrió que los pequeños brazos y manos de los T-Rex servían como un arma para matar a sus presas.
De acuerdo con el análisis, los restos descubiertos de estos terópodos muestran que sus brazos eran musculosos y contaban con un buen funcionamiento de articulaciones en las garras, lo que permitía a este depredador desgarrar a sus presas con ayuda de su hocico.
En conclusión, si bien los pequeños brazos de este reptil no eran la principal arma contra sus presas, servían como herramienta secundaria que les permitía ser aún más mortíferos.
kcg