La ciencia nos dice porqué mentimos

Es algo a lo que estamos acostumbrados, mejora con la edad, y es parte de lo que nos hace humanos.

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Aprender a mentir es una etapa natural en el desarrollo infantil; las personas generalmente mienten para lograr un objetivo, para agradar a otros, para cubrir algún mal comportamiento, o convencer a alguien de hacer algo.

Mentir es algo a lo que estamos acostumbrados, poco o mucho, mentimos a extraños o a nuestra familia. La deshonestidad es fundamental para los humanos, así como nuestra necesidad por confiar en otros y que confíen en nosotros, lo que nos hace muy malos detectando mentiras.

La primera persona en documentar algo sobre este tema fueBella DePaulo, una psicóloga de la Universidad de California. En su estudio, concluyó que en promedio una persona miente entre una y dos veces al día. Encontró que la mayoría de las mentiras que se dicen son pequeñas, como para esconder los errores de una persona, o proteger sentimientos, otras eran excusas; y luego están las “mentiras serias” como mentir en una aplicación para la universidad, o cubrir el hecho de que engañas a tu pareja con otra persona.

Varios investigadores especulan que la mentira como comportamiento surgió no mucho después de la aparición del lenguaje. La capacidad de manipular a los demás sin usar la fuerza física probablemente confirió una ventaja en la competencia por recursos y pareja, similar a la evolución de estrategias engañosas en el reino animal, como el camuflaje.

La mentira es una parte del desarrollo humano, un proceso mental, como caminar y hablar. Los niños aprenden a mentir entre los 2 y 5 años, y mucho más cuando están probando su independencia en la adolescencia, por lo que se puede decir que los niños se vuelven mejores mentirosos conforme crecen.

De acuerdo a _National Geographic_, lo que impulsa este aumento en la sofisticación de la mentira, es el desarrollo de la capacidad de un niño para ponerse en los zapatos de otra persona. Esto es conocido como teoría de la mente, la cual es la facilidad que adquirimos para comprender las creencias, las intenciones y el conocimiento de los demás. También fundamental para mentir es la función ejecutiva del cerebro: las habilidades necesarias para la planificación, la atención y el autocontrol.

Dan Ariely, psicólogo en la Universidad Duke, concluye que, a menos que una persona sea sociópata, los humanos no pueden decir muchas mentiras serias ya que está la honestidad de por medio, la cual, hasta cierto grado, hemos adoptado como un valor positivo que nos enseña la sociedad, por lo que la mayor parte de las personas se ponen límites al mentir.