Muchos de nosotros alguna vez hemos probado o por lo menos escuchado del pulque, que por su elaboración artesanal y sabor, se ha caracterizado como bebida única en el país.
Primero debes de saber que el pulque se obtiene de las pencas (maduras) del maguey. Éstas son raspadas hasta extraer el aguamiel que le dará el sabor dulce a la bebida. Lo anterior con un reposo de entre tres y seis meses.
Posteriormente el “tlachiquero”, persona que se encarga de extraer con un ocote el líquido a través de succión, lo deposita en un ‘cuero’ que sirve para transportarlo al tinacal, barriles especiales para su fermentación.
Una vez fermentado se convierte en “octli” (pulque), listo para venderse principalmente en las zonas rurales como una bebida embriagante.
“Elixir de los dioses”
El antiguo imperio azteca creía que el octli era un brebaje que no cualquiera podía probar, solo los ancianos o aquellos que serían sacrificados podían embriagarse con éste.
En cambio sólo era administrado en pequeñas porciones para los enfermos y las parteras, pues era considerado una medicina eficaz para aliviar males. Además era ocupado como complemento alimenticio por sus altas propiedades en proteínas, carbohidratos y vitaminas.
También en las fiestas podía consumirse, pero nunca para llegar a la embriaguez, ponerse en ese estado tenía que ser autorizado por los jerarcas y, si alguno era sorprendido se les condenaba a morir de manera tortuosa.
Décadas después, el pulque como un tesoro mexica, permaneció entre las familias, heredando la receta de generación en generación.
¿Podría llegar a su extinción?
Desafortunadamente en lugares de zonas rurales se sigue cosechando la plantación de magueyes para su elaboración que, a pesar de llevar un arduo proceso, se vende a bajo precio, además de ser menospreciado por las nuevas generaciones.
Es notorio que las pulquerías, a comparación de los tiempos del porfiriato en el que se encontraba una en cada esquina, se han ido extinguiendo en el país.
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