Bitácora de Guerra por Hannia Novell : El mercado laboral en México castiga la edad y expone a millones de personas al desempleo, bajos salarios y falta de expectativas, lo que redunda en el aumento de la migración, la economía informal, pobreza y un importante incremento de la delincuencia.
El bono demográfico, que en la década de los 90’s señalaba un camino de prosperidad económica, ha ido a la baja en nuestro país. En lugar de la bonanza, lo que ha crecido es la violencia y desempleo.
Datos demográficos del Inegi
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), entre 2000 y 2020, la edad promedio en México aumentó de 26.2 a 31.9 años. Durante el mismo periodo, la población adulta mayor tuvo un incremento de 12 por ciento, al superar los 15 millones de personas con más de 60 años.
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El escenario se complica si consideramos el análisis que, recientemente, publicó la Asociación Mexicana por la No Discriminación. El documento destaca que el 90 por ciento de las vacantes de empleo en el país excluyen a las personas mayores de 35 años y señala que el fenómeno del edadismo representa un acto masivo de discriminación.
En el documento señalan que la instrucción de los empleadores al personal de recursos humanos es no contratar a personas mayores de 35 años, cuando se trata de puestos operativos y mandos medios, y de 45 años para cargos directivos.
Así es como más de 18 millones de mexicanos sufren un portazo en la cara, cada vez que buscan empleo. Mujeres y hombres, con edades que fluctúan entre los 40 y 55 años, que no encuentran espacios en el mercado laboral formal y ven frustradas sus aspiraciones.
¿Qué opciones tiene la gente para solventar sus gastos?
La única opción para solventar los gastos de alimentación, vivienda, salud y educación -derechos que están consagrados en nuestra Constitución, pero que son letra muerta-, es ingresar a la economía informal, la venta por catálogos, el trabajo doméstico no declarado, puestos de venta ambulante de comida, ropa, accesorios para celulares, lavacoches o cuidadores de automóviles y lustradores de calzado o el changarrismo.
El problema, y no es menor, es que dichas actividades resultan invisibles para los controles administrativos y el fisco. Lo grave es que son empleos de mala calidad, tienen bajos salarios, con largas jornadas de trabajo, cuentan con escasas oportunidades de capacitación y tienen más dificultades para acceder al sistema de protección social, los servicios bancarios y hasta el sistema de justicia.
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Son muy contadas las excepciones que contradicen la regla: tener un trabajo informal es vivir en la pobreza.
Recientemente, el Senado aprobó reformas legales para obligar a los empleadores a contratar a personas mayores de 60 años, para que representen el cinco por ciento de la plantilla laboral de empresas con más de 20 empleados. En la continuación del trámite legislativo, es altamente probable que en la Cámara de Diputados también aprueben la minuta.
Sin embargo, la medida resulta insuficiente. Para las mexicanas y mexicanos es un derecho tener un empleo de calidad que les permita un retiro digno de la vida laboral, sin discriminación ni violencia.
Bitácora de Guerra por Hannia Novell.
@HanniaNovell
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