Daniel, de 26 años sufre una parálisis cerebral que le impide hablar y caminar, lo único que mueve a voluntad, son sus ojos y quienes son cercanos ya saben que si mira arriba es “sí” y si es hacia abajo es “no”.
Sin embargo su madre le enseñó a comunicarse a través de tableros activos, al observa conceptos crea oraciones que se transcriben en un programa de voz para expresar sus ideas
Así empezó el calvario de Daniel en el SAT
Al ser originario de Zapopan Jalisco, tramitó una cita en el SAT local en donde tuvo que esperar meses, cuando al fin le tocó asistir y tuvo que organizar una logística para su traslado, al llegar le dijeron que “no estaba clara su capacidad para asumir la responsabilidad como contribuyente”
Por lo que tuvo que regresar sin su RFC y sin poder darse de alta, obligándolo a no poder aceptar su trabajo.
La verdad me sentí desilusionado después de esperar tanto tiempo, después de trámites digitales muy confusos, también me sentí desmotivado de no reunir los requisitos que me pedían, por ejemplo, firmar físicamente de manera autónoma, eso es imposible para mi.
Una opción es que su mamá consiga un dictamen de “incapacidad” y firme por él como tutora, pero para Daniel eso es más que humillante, pues es retroceder en su independencia.
Es retroceder o renunciar a todo lo que he trabajado para ser tomado en cuenta, aspiro a poder solventar mis gastos y financiar mis proyectos que son muchos, no me puedo mover, pero sí puedo pensar.
Este joven desea ser reconocido como una persona capaz de tomar decisiones y de adquirir responsabilidades.
Y no sólo es el caso de Daniel, millones de personas como él exigen tener la libertad de entrar a trabajos formales y generar ingresos, sin que nadie se los impida, mucho menos el SAT.
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lmo